La suplantación de identidad se ha convertido en uno de los peligros más frecuentes. Por eso hoy te comento los 7 principales ataques de suplantación de identidad, para que puedas combatirlos.
Cada día, ciberdelincuentes idean nuevos engaños para hacerse pasar por personas, empresas o servicios de confianza con el fin de robar datos, dinero o acceder a sistemas privados.
Más que nunca debes cultivar una mentalidad enfocada en la seguridad y en saber quiénes son tus clientes. Es por eso que hoy preparé este artículo para que estés al día con la forma de prevenir. En este post verás:
En ciberseguridad, este término (también conocido como spoofing) se refiere a un conjunto de técnicas mediante las cuales un atacante falsifica su identidad o la de un remitente confiable para engañar a sus víctimas.
En otras palabras, el estafador se hace pasar por alguien o algo que no es para ganarse tu confianza y luego aprovecharse de ello. Esto puede suceder por distintos canales: desde un correo electrónico que parece venir de tu banco, hasta una página web casi idéntica a la original, pasando por llamadas telefónicas con identificador manipulado.
La respuesta está en nuestra dependencia de la tecnología.
Hoy gestionamos finanzas, comunicamos información sensible y hacemos compras a través de internet. Muchas interacciones se dan sin contacto humano directo, confiando en que la identidad al otro lado es genuina.
Los atacantes lo saben: es más fácil engañar a alguien a distancia con una máscara digital. Además, las herramientas para falsificar datos (como correos, números o direcciones IP) son cada vez más accesibles.
En este contexto, conocer las formas más comunes de suplantación de identidad y cómo prevenirlas es esencial para protegerte a ti y a tu negocio.
A continuación, repasamos siete tipos de suplantación que ocurren con frecuencia, con ejemplos de cada uno, y luego veremos estrategias efectivas para detectarlos y combatirlos.
El atacante falsifica la dirección de correo para que parezca que el mensaje proviene de una fuente confiable. Esto se logra manipulando los encabezados o usando dominios similares (como cambiar una “o” por un cero). El objetivo suele ser el phishing: lograr que el receptor haga clic en enlaces maliciosos o entregue información sensible.
Ejemplo: recibes un email de “soporte@micentrobancomx.com” (muy parecido a micentrobanco.com) que te pide “verificar tu cuenta”. Si no estás atento, puedes caer en la trampa.
En este caso, el delincuente modifica los paquetes de datos para que parezcan provenir de otra dirección IP. Así puede evadir filtros de seguridad o lanzar ataques como los DDoS, saturando servidores con tráfico falso sin ser fácilmente rastreado.
Ejemplo: tu servidor colapsa por miles de peticiones que, en apariencia, vienen de diferentes países. Pero todas fueron falsificadas para ocultar al verdadero atacante.
Los estafadores replican sitios legítimos (como bancos o redes sociales) con diseño, colores y logos idénticos, cambiando solo pequeños detalles en la URL (como usar .co en vez de .com). Pueden posicionarse incluso en buscadores mediante SEO engañoso.
Ejemplo: buscas “Facebook” en Google, haces clic en un anuncio y llegas a “faceb00k.com”, una copia perfecta del sitio real. Ingresas tus credenciales sin notar el engaño.
Los estafadores falsifican el número que aparece en tu teléfono, haciéndolo pasar por un contacto conocido o una entidad confiable, como tu banco. Una vez que atiendes, se hacen pasar por personal de seguridad o soporte para que les entregues datos confidenciales.
Ejemplo: recibes una llamada con el identificador “Banco XYZ”. Te alertan sobre movimientos sospechosos y te piden usuario y contraseña. Todo parece creíble, pero es un fraude.
Funciona igual que la anterior, pero mediante mensajes de texto. Se modifica el nombre del remitente para que parezca provenir de una empresa real, como un banco o una operadora móvil. A través de esta técnica se intenta llevar al usuario a un enlace fraudulento (smishing).
Ejemplo: recibes un SMS de “CLARO” indicando que ganaste un premio. El link parece confiable, pero te dirige a un sitio malicioso que puede robar tus datos o instalar malware.
Más técnica, esta suplantación se da en redes locales. El atacante envía mensajes ARP falsos para asociar su dirección MAC con la IP de otro dispositivo, como el router. Así intercepta los datos destinados a otros usuarios.
Ejemplo: en una oficina, un intruso logra posicionarse entre tu computadora y el servidor, capturando contraseñas sin que te des cuenta. Es un ataque silencioso que compromete la privacidad en redes internas.
El atacante manipula servidores DNS para redirigir a los usuarios a sitios fraudulentos, incluso si escriben correctamente la dirección web. El DNS actúa como una guía telefónica: traduce nombres como “www.tubanco.com” en direcciones IP. Si esta guía está comprometida, el navegador te lleva al sitio equivocado.
Ejemplo: ingresas correctamente la dirección del portal de pagos, pero el servidor DNS de tu red ha sido alterado y te redirige a un clon exacto. El sitio luce normal, pero el certificado de seguridad no coincide. Tus datos terminan en manos del atacante sin que lo notes.
Ahora que ya conoces las formas más comunes de suplantación, veamos qué hacer para evitar caer en estos engaños y cómo actuar ante una sospecha.
Desconfía de correos, llamadas o mensajes no solicitados que pidan datos o acciones urgentes. Los ciberdelincuentes suelen enviar enlaces maliciosos para obtener información confidencial o instalar malware.
No hagas clic en enlaces sospechosos ni descargues archivos de remitentes desconocidos. Si recibes un correo de tu banco, entra directamente a su sitio escribiendo tú mismo la dirección.
Y si algo te genera dudas, comunícate por los canales oficiales. Ignorar mensajes inesperados suele ser la mejor defensa.
Observa con atención la dirección completa del remitente: muchas veces hay letras cambiadas, dominios extraños o errores ortográficos. Los fraudes suelen tener un tono urgente o promesas demasiado atractivas.
En sitios web, verifica que la URL sea correcta, comience con https:// y tenga el candado de seguridad. Si notas errores de redacción, traducciones pobres o formularios incompletos, desconfía.
Un gestor de contraseñas puede ayudarte: no completará tus datos si el dominio no coincide con el original, lo cual puede alertarte de un sitio falso.
Ninguna institución seria te pedirá contraseñas, códigos o datos bancarios por correo, SMS o llamada. Si alguien lo hace, cuelga y comunícate tú al número oficial. Es mejor verificar antes que lamentar.
Un buen antivirus puede bloquear amenazas si, por error, haces clic en un enlace peligroso. Activa filtros de spam y llamadas sospechosas en tu celular.
En entornos corporativos, implementa autenticación por IP, filtros de paquetes y protocolos seguros como SSH y HTTPS. Mantén todo actualizado para cerrar posibles vulnerabilidades técnicas.
Habilita la verificación en dos pasos en todos tus servicios críticos. Así, aunque alguien robe tu contraseña, no podrá ingresar sin el segundo factor (como un código temporal o tu huella digital).
Un buen gestor te permite generar contraseñas largas, únicas y seguras para cada cuenta. Si una es vulnerada, las demás seguirán protegidas. Además, detecta dominios sospechosos y evita que llenes formularios en sitios falsos.
La seguridad digital también depende de quienes te rodean. Capacita a tu equipo sobre fraudes comunes y realiza ejercicios prácticos. En casa, hablá con tu familia sobre estos riesgos, especialmente si no están familiarizados con el tema. La prevención es más efectiva cuando es colectiva.
Implementa protocolos como SPF, DKIM y DMARC para proteger tus correos de suplantación. En tu sitio web, usa certificados SSL/TLS válidos y sistemas anti-pharming. Estas medidas refuerzan la confianza de tus usuarios y te alertan ante intentos de suplantación de tu dominio.
En resumen, combatir la suplantación de identidad requiere una combinación de cautela, educación y herramientas tecnológicas. No hay una bala de plata, pero aplicar varios de los consejos anteriores elevará significativamente tu nivel de protección.
La suplantación de identidad aprovecha cualquier descuido, pero conocer sus formas más comunes y aplicar buenas prácticas reduce significativamente el riesgo.
Además, apoyarse en herramientas tecnológicas como autenticación en dos pasos, gestores de contraseñas o software de seguridad actualizados suma capas de protección que pueden marcar la diferencia.
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