Hace poco me preguntaron sobre los atributos o características que yo consideraba clave para formar un gran equipo. La respuesta me salió bastante natural, porque creo haber pertenecido y liderado equipos fuera de serie.
Estoy segura que mi caso es más la excepción que la norma, y que otros quizás no han contado con la misma suerte que yo. Muchos probablemente no han vivido en carne y hueso la experiencia de contar con personas que hacen de tu trabajo, un verdadero placer.
Les diría que es una mezcla de tranquilidad y adrenalina. Por un lado, uno se siente pieza fundamental de un engranaje muy poderoso. Pero es un poco una ilusión, porque ese mismo engranaje no deja de funcionar si no estás. Eso último, aunque parezca contraintuitivo para algunos, es algo muy positivo. Un equipo imparable es justamente eso: un equipo que no para. No para ni siquiera cuando uno de sus miembros se ausenta.
Es por eso el término “trabajo en equipo”. Porque si no se necesitara de los esfuerzos conjuntos de muchas personas, simplemente sería trabajo individual.
Conozco muchas opiniones mixtas sobre ese tema, y no espero tener la última palabra. Sin embargo, quiero compartir mi experiencia por aquí y contarles mi opinión personal de lo que hace que un equipo sea exitoso.
Con diversidad, como muchos seguro suponen, no solo me refiero a diversidad de género, raza, orientación sexual o clase social. Me refiero a diversidad de pensamiento y habilidades complementarias. Nada hace que un equipo sea más creativo que unir personas de mundos distintos con experiencias únicas.
Que esto puede generar discusiones? Obvio, ¡muchas! Pero la forma cómo éstas se resuelvan, es justo una parte fundamental de un equipo exitoso. Aprender a desarrollar habilidades de escucha, a aterrizar y priorizar ideas diferentes y solucionar conflictos son algunas de las características de un equipo como estos
La comunicación directa y transparente es necesaria por razones muy, muy simples. Si nadie sabe qué hace el de al lado, es posible que lo repita. Si nadie sabe de errores pasados cometidos por los demás miembros del equipo, la probabilidad de que se cometan nuevamente, es muy alta.
Adicionalmente, cuando no existe comunicación directa y retroalimentación, no hay oportunidades de mejora. “No hay peor ciego que el que no quiere ver” dice el popular dicho y aplica para todos nosotros. El autoconocimiento o self-awareness en inglés, tiene mucho de introspección pero también se construye con herramientas externas, como la retroalimentación de otros. Una vez uno genera esta habilidad, se vuelve un súper poder porque nos ayuda a ver una versión de nosotros más acertada y real.
En Truora, es tan importante la comunicación directa, que hace parte de nuestro valores organizacionales. Puedes leer más acerca de nuestra cultura aquí: Cultura en nuestro Truniverse)
No hay nada que inhiba más el desempeño de un equipo que la falta de autoliderazgo y organización. Si no se miden lo avances y nadie es dueño de sus propios proyectos, entonces no es posible tener claridad sobre si realmente se está avanzando o no.
Que quede claro que la microgerencia no es la solución. De hecho, gerenciar con lupa cada paso de tu equipo es el enemigo principal del ownership o autonomía, como a mí me gusta llamarle. Me gusta muchísimo que en Truora, ése no es el caso y que todas las semanas celebramos a quienes exhiben este tipo de comportamiento, pues son los que hacen que las metas se materialicen en la compañía.
Para que el ownership funcione, es importante acompañarlo de metodologías de seguimiento, y tener visibilidad sobre qué se está haciendo a tiempo, lo que se está haciendo bien y lo que no. Esta visibilidad permite descubrir oportunamente las acciones que hay que corregir.
Este atributo no lo oigo con la frecuencia que me gustaría, pero en mi experiencia, es tan importante como los demás.
Imagínense que todos los jugadores de la selección colombiana de fútbol fueran como René Higuita y quisieran hacer el famoso “escorpión” en todos los partidos. ¿Cuántos goles nos hubieran marcado? Muchísimos, se los garantizo.Pero de su hazaña quedaron tres cosas, gloria para él como jugador, visibilidad para la selección y una lección para este artículo: a veces se debe arriesgar para ganar y otras veces toca ser conservadores para no perder.
Si el perfil de tu equipo es mixto, habrá personas con razones a favor y en contra de ideas locas de alto impacto pero poca probabilidad de éxito. Y no hay forma más eficiente para la toma de decisiones que hacer una análisis de ambas posiciones.
Existe un mito muy grande y es el de formar equipos únicamente con personalidades tipo A, alfas, o all stars. Digo mito porque no hay peor cosa que los egos y el afán de protagonismo para el trabajo en equipo y la colaboración. La actitud de “yo soy mejor que tú”, “mi trabajo es mejor que el tuyo” o, “mi idea es superior a la tuya” solo actúa en detrimento del objetivo principal de un equipo: alcanzar metas.
Los catalizadores no permiten que sus egos interfieren en su trabajo y por el contrario, hacen posible que el trabajo de los alfas suceda. El ejemplo más claro que he oí recientemente en un Ted Talk fue el de Shane Battier y su papel en los
Miami Heats. Shane Battier no era el jugador más atlético, pero fue clave en el equipo para que Lebron James brillara y pudiera anotar.
Sin resiliencia ningún equipo es imparable. ¿Por qué? Porque un equipo solo es considerado imparable si es efectivo aún en la adversidad. Para eso, es muy importante la resiliencia, esa habilidad especial de las personas de tomar la mejor actitud frente al fracaso o situaciones difíciles.
Es por esto que en Truora, otro de nuestros valores es la perseverancia, o grit. Lograr levantar la cabeza cuando las cosas no están saliendo bien, no perder el rumbo y dejarse vencer, es una habilidad maravillosa para el trabajo en equipo.
Si quieres hacer parte de un equipo imparable, te invitamos a explorar oportunidades con nosotros en https://jobs.lever.co/truora
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